domingo, 14 de diciembre de 2008

la farmacia de platón : ocho


8.
Se extiende desde este punto Derrida en una calificación que identifica fárma-con y dialéctica, a través de la figura de Sócrates, en la que la dialéctica aparece como antídoto, como contraveneno de la sofística, como la aseguradora de un saber. En todo este parágrafo va a jugar Derrida con las posibiladesde de signi-ficado de la palabra fármacos, con su ambivalencia, lejos de la estricta identifi-cación con la escritura, y basculando hacia el poder de la voz en la dialéctica.
El fármacon invertido, ahora antídoto, “no es otro que el origen de la episteme, la apertura a la verdad como posibilidad de la repetición y sumisión del “furor de vivir” a la ley (al bien, al padre, al rey, al jefe, al capital, al osl in-visibles) (p. 184) —ya antes se ha identificado, por cierto, la necesidad de la es-critura como la necesidad propia de la ley)—. El conocimiento como el mejor de todos los filtros. La filosofía de alguna manera convierte el veneno en con-traveneno, trasmuta la droga (p.188): fármaco logos que cobija en sí los valores contrarios, que no tiene ninguna esencia estable, y que por tanto es aneidético, no tiene ninguna identidad ideal, en parte por no ser, además, un simple (tam-poco algo complejo, un compuesto), sino “el medio anterior en que se produce la diferenciación en general”.(p.189).
El parágrafo finalizará con un paralelismo invertido con la cicuta socrá-tica: si la escritura es inicialmente fármacon curador que enseguida se revela sustancia maléfica que procura el olvido, la cicuta que se le suministra a Sócra-tes, veneno perjudicial y embotador, se revela sin embargo finalmente como benéfica para el alma pues la libera del cuerpo y permite además que despierte a la verdad del eidos (como aparecerá en el Fedón). Será pues el fármacon am-bivalente por constituir el medio en que se oponen los opuestos, poniendo en movimiento el juego de la diferencia, y de ahí llegará la calificación de Derrida del fármacon como “la diferenzia de la diferencia”.

José Vela Castillo