domingo, 18 de enero de 2009
la farmacia de platon : final
§6—EL FARMACOS
En continuación con el anterior, este parágrafo se inicia con una larga tirada que remite a la lógica del suplemento como un cierto sobrante que no debería haberse venido a añadir a una cierta pureza del interior, por tanto debiendo tal fármacon volver al exterior, donde de alguna manera no habría debido de salir.
Desde este punto, de nuevo tratando de introducirse al interior de la ca-dena de significaciones que resuena en la palabra fármacon, Derrida pasa a, ci-tando de pasada la relación de fármacon con la pintura (fármacon en griego también significaría pintura, color, pigmento —de donde quizás el farben ale-mán), para proponer un nuevo término, como él dice no usado por Platón pero si en su entorno cultural ateniense, que es el término Fármacos.
Fármacos que es el chivo expiatorio, que se remite a un territorio mítico y sin embargo en pleno vigor en la Atenas de Platón, y por tanto incidiendo de nuevo en las relaciones interior exterior a que estamos ya acostumbrados: en-fermedad que asola una ciudad que expulsamos a su exterior, excluimos del cuerpo luego de la ciudad. Así, se trata de reconstruir el cuerpo propio de la ciudad, que se re-construye sobre sus límites interiores, expulsando el elemento maléfico: ceremonia que se produce, no por casualidad, sobre los límites de la ciudad, marcando de hecho efectivamente la división intra muros-extra muros en sus varios recintos de la ciudad griega. Elemento benéfico en tanto que cura, maléfico en tanto que encarna los poderes del mal, fármacos sagrado y maldito.
jose vela castillo
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