miércoles, 30 de julio de 2008

5. Noticia o idea por la cual se hace comprensible algo que era enigmá-tico

Palabras clave : también clave de las palabras, como clave de una bó-veda y un arco y por tanto lugar y límite último de la resistencia de (la estructura de) un espacio a su colapso, de una técnica (techne) y un método (un camino) que implican el ajuste clavicular, movimiento y equilibrio necesario de tensiones, como palabras que al ser eliminadas dejan un hueco, o mejor abren un espacio nuevo, que antes no existía, que hemos de inmediatamente aprovechar antes de su cierre y clausura, en clave de humor e interruptor enclavado, palabras que desdicen un presunto estado de equilibrio en su borrado y desaparición, en su au-sencia clave de clave de bóveda o arco, nunca completas pero no por ello mutiladas : palabras clave que son palabras huella, que indican siempre hacia lo que no son ellas mostrando de esa manera su imposi-ble (pero necesaria) ausencia, que en su remitencia infinita apuntan a un origen sin origen, un origen o un lugar clave siempre ya habitado por un fantasma que vuelve, que vuelve en forma de palabra, revenant, de palabra clave y de clave de acceso, de combinación de letras y números que abren y dan acceso tanto como cierran, de secreto y de criptografía del monumento y de la esfinge, de muerto en duelo infinito, eterno, de archivo y técnicas de archivación, por tanto, y cerramos el círculo impo-sible, de origen (sin origen). Palabras grafiadas, gramma y graphé, dia-gramas por tanto como son diagramas aquellos que espacian un tiempo en un proyecto, máquinas abstractas de captura y producción que cie-rran el arco y lo hacen trabajar, ponerse a la obra, ponerse en y por obra, dar razón de su clave (¿y de sus tipos estructurales?). Palabras incisas en el cuerpo y en el método, en un cuerpo que es profundo y que sin embargo se nos muestra en su piel, en su superficie de diagra-ma, donde solo aparece lo que vemos, nada se oculta a la mirada que sin embargo es ciega en el punto de su trazarse, discurso de un método sin embargo pleno de errores, método que se crea cada vez en cada nueva puesta en funcionamiento, camino y cuerpo que mide y que se mide, en su devanarse y su recogerse, transmisión de mensajes secre-tos y privados a la vez que abiertos y públicos, cadáver exquisito que (a)parece por el azar, cuerpo, finalmente, del delito, del delito sin culpa-ble, del delito inasumible e inabordable, del delito que desborda una ley siempre ilegal, cuya instauración obliga a una violencia fuera de dere-cho, sobre el poder biológico, la biopolítica y los cuerpos, cuerpo presen-te, de cuerpo presente y por ello (necesariamente) ausente, no más y sin embargo paso del cuerpo a través de la incisión en la superficie de la piel de los cuerpos que se tocan, y todo son cuerpos que se pesan y se piensan, en sus incisiones enigmáticas de códigos sin clave que los libe-re. Palabras clave, clave que nos proporciona un tono, de sol o de fa, agudo o grave, De un tono apocalíptico adoptado recientemente en “ar-quitectura”, en las artes, en la filosofía, de un tono que es revelador, de su propio tono pero también de las palabras que lo componen, clave o clavecín o clavicémbalo, bien temperado, bien afinado, en su tono por tanto, diapasón exacto, temperamento igual o no, resonancia perfecta de los armónicos, música de las esferas que no es sino la relación pri-mordial de tiempo y espacio en el sonido, construcción arquitectónica por tanto de las relaciones y su hacerse visibles, clave que explica, dobla y desdobla un sentido infinito, si lo hay.
Palabras clave, clave de la palabra, enclave y cifra del arte, medida de su éxito, novela de clave, personaje escondido bajo seudóni-mo apenas velado, comprensión de la narración una vez conocida la cla-ve, y por ello mismo desconocida, ajena a un significado superficial que se inscribe en esa misma piel, profunda en su tacto y contacto, ser para la muerte o clave en la que, cerrado el sentido, la dirección, el sujeto ya no está, ni siquiera se su-jeta, su cara ya convertida en máscara mor-tuoria, congelada en un pasado por siempre ya sido, desprendida de su poseedor. Palabras proyectadas que se sostienen en su proyecto, sub-jectil que anida en su decirse y en su escribirse e inscribirse, privilegio, lo hemos dicho, del trazo sobre la voz, ceguera sin embargo del trazo y la incisión, cuerpo opaco que imita un modelo invisible, contacto de la punta del estilo o de la pluma con la cera o el papel, lugar de aparición y tiempo de aparición del arte, del artefacto, del arte-facto: arquitectura. Palabras palimpsesto, que se trazan y se retrazan y se borran, y en su borrado muestran otros trazos cuyo sentido surge en su unión, en su re-unión en secuencia de tiras de palabras, de juego de letras y anagrama, de secuencia espaciada, de interrupciones y silencios en un pentagra-ma, de nuevo trazo sobre trazo, anotación y notación de las palabras en sus alturas y en sus duraciones y en el ritmo de su compás. Estilo y compás del trazarse de la arquitectura, instrumentos de geo-metría, también de agri-mensura, compás y plomada del arquitecto, medición del espacio y el tiempo en el diagrama del proyecto, del campo, del cul-tivo y la cultura, proyección de las palabras enclavadas en un lugar abierto a una espera, círculo económico de reapropiación de las pala-bras en letanía constante, que se elevan hacia la clave de una bóveda gótica, técnicas de producción, las palabras, práctica de su uso, imita-ción e invención imposible, uso de las palabras que siempre precede a su producción, uso y husillo del tejerse, del tapiz y del tejido, de la trama y de la urdimbre de las palabras y de los gestos, de los objetos y de los cuerpos, clave y enclavamiento, encajamiento y cerradura de las pala-bras unas en otras, llavín o llavecita, enclavadura (muesca o hueco por donde se unen dos maderos o tablas) de un arte en otro arte, del espa-cio en el tiempo y de la limitación de ambos, disyunción y out of joint, junta que se abre, se desgaja y concede, tiempo que vuelve una y otra vez desde un pasado no necesariamente sido, fantasma que circunda desde el interior, que circunnavega un mar donde los faros no iluminan sino en destellos de luz negra. Sí, palabras clave, cuyo sonido cae como el de los clavos al cerrar el ataúd, el pequeño ataúd infinitamente repe-tido cuya resonancia en un cuerpo y en un secreto no es sino la posibili-dad imposible de decir el acontecimiento. Pues, si la arquitectura (aka el arte) no dicen lo imposible, no dejan lugar a que ocurra el acontecimien-to, ¿qué son entonces? Si el proyecto, lanzado a un futuro en un pre-sente no muestra lo absolutamente imprevisible desde su prevención, desde su incisión y trazo de dibujo en un plano, desde su tener cuidado y abrirse al porvenir, desde su ofrecer una clave como quien ofrenda, y resolver en su imposibilidad de don el sentido de su criptografía (enig-mática y transparente: ojos que no ven...) entonces, ¿qué nos queda? ¿Cenizas? Sí, cenizas pero sin fuego. Las casas, que diría Siza, están continuamente ardiendo, pero las cenizas ya estaban antes que las ca-sas, las huellas de un uso y de una poesía, de una copia sin original po-sible, de una técnica que no es sino la prótesis del habitar, de un méto-do que se plasma en un diagrama, de un proyecto de arquitectura cuyo estilo, lugar y tiempo se muestran en la invención de un cuerpo. ¿Sin órganos?
Palabras clave, clave de la palabra, enclave y lugar, enclave del dar lugar y del ofrecer sin restitución posible, y por tanto, don de la palabra, donación en y por la palabra que se ofrece y se acoge, palabra de acogida, ofrenda finalmente imposible del don, trazo que es dibujo y palabra y clave que la oculta y la descifra, clave, del latín clavis, llave.
JOSE VELA CASTILLO

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