domingo, 28 de septiembre de 2008

barcelona / madrid

Vaya por delante que no conozco bien Barcelona; he estado de paseante y turista un par de veces, en la distancia mantengo un interés evidente por su arquitectura, y reconozco en ella un cierto halo, no se si "europeo" como tanto parece gustar, pero sí distinto: yo diría que tiene más que ver con el mar y la luz del mediterráneo, encuentro más similitudes con Valencia o Marsella que digamos con París o Viena, pero bueno. Lo que si creo, y por eso se presenta aquí el artículo de Andrés Ibañez en el ABC de las artes de este pasado sábado, es que, aunque parezca increible, hay que reivindicar Madrid. No, no tengo, aunque seguro que alguno lo piensa, ninguna veleidad castellana, centralista o lo que quieras, sino simplemente veo que Madrid es una ciudad abierta, la más abierta que conozco, donde nadie se siente de fuera, donde a nadie se le piden credenciales de ningún tipo para estar en ella, y donde el cosmopolitismo es más evidente. Que tiene defectos, evidente. Y muchos, Pero estoy un tanto harto de las necedades que vierte la gente y de las críticas hacia una ciudad en la que, a pesar de todo, se crea mucho más de lo que se destruye. José Vela

Madrid

Firmas Por Andrés Ibáñez.

27 de septiembre de 2008 - número: 869

Durante un fin de semana pasado en Barcelona, uno participa en diversas reuniones y conversaciones informales. Y escucha cosas como que Barcelona es una ciudad ya totalmente moderna y «europea», mientras que Madrid sigue siendo muy «española», por lo cual debemos entender «sucia y casposa». Que en los bares de Madrid se tiran los papeles y las cáscaras de las gambas al suelo. Uno dice tímidamente que eso ya no pasa, pero es recibido con un coro de europeas carcajadas.

¿Será esto cierto? ¿Será verdad que en Barcelona sigue en pie la idea de que Madrid es una ciudad atrasada y cerril, el «poblachón manchego» del dictum famoso? Lo curioso es que mis amigos barceloneses están también muy orgullosos del cutrerío y la suciedad de su barrio chino, y todos lamentan que el Raval ya no sea un lugar maloliente y lleno de tugurios como lo era antes. ¿De modo que la suciedad en Madrid es cutre, pero la suciedad en Barcelona es glamourosa? ¿En qué quedamos? Mi impresión de Barcelona, siempre que voy allí, es que se trata de una ciudad muy sucia y descuidada.

En un lugar tan lejano como Singapur, la amable gerente de un hotel me dijo no hace mucho que le gustaba más Barcelona que Madrid (había estado dos días en cada ciudad) porque Barcelona era una ciudad más «vibrante» mientras que Madrid era simplemente la capital administrativa. «Es como Ankara y Estambul, en Turquía», me explicó amablemente. Si esta idea peregrina ha logrado llegar hasta el extremo más oriental de Asia, es evidente que está bien extendida. La Generalitat catalana siempre ha sabido proyectarse bien al exterior.

¿Qué país? Woody Allen ha rodado una película en Barcelona pero jamás rodaría una en Madrid. Los catalanes han logrado convencer al mundo de que Barcelona es la verdadera «capital cultural» del país, una ciudad europea, dinámica, moderna y enormemente excitante. Y es cierto que Barcelona es una gran ciudad europea, dinámica, moderna y enormemente excitante, aunque no sea, ni pueda serlo ya, la «capital cultural» del país (¿de qué país?), ni sea en modo alguno una ciudad más «europea» que Madrid. Pero nadie proyecta ni vende Madrid al exterior. El encargado de hacerlo debería ser el Gobierno central, pero una campaña de promoción de las excelencias de Madrid sería algo muy mal visto. Nadie se atrevería a hacer tal cosa.

De todos. Almudena Grandes especulaba en un artículo que el PSOE había abandonado todo intento de ganar las elecciones municipales y autonómicas en Madrid porque no desea realmente gobernar en Madrid. No es que el PSOE sea incapaz de encontrar candidatos de más talla para luchar por el Ayuntamiento y la Autonomía de Madrid, dice la escritora, sino que desea perder para no parecer «centralista» y poder jugar así bien su papel de amigo de los nacionalistas. Madrid, para la izquierda, no mola.

Otro artículo reciente: Suso de Toro denuncia la aparición de un hipotético nacionalismo madrileño o «centralista» con ribetes xenófobos y reaccionarios, y afirma que Madrid debería ser «de todos». No podemos estar más de acuerdo: Madrid debería ser de todos, y es ciertamente de todos. Pero supongo que Suso de Toro también pensará que La Coruña (ciudad que nombro en el idioma en que escribo, del mismo modo que diría Londres y no London, o Moscú y no Macbá), o Bilbao, o Barcelona, han de ser «de todos». ¿No es así? ¿O no? ¿Cómo funciona la cosa?

Madrid es el único lugar de España donde no hay nacionalismo. En Madrid, a nadie le importa en qué ciudad han nacido las personas que le rodean a uno. Cuando se hacen proyectos artísticos (son los que conozco), nadie se preocupa si los que participarán en ellos son de Madrid o de otro sitio. Al contrario de lo que sucede en otras autonomías, los madrileños no tienen puntos extra en las oposiciones realizadas en Madrid. Madrid es, verdaderamente, de todos. Pero todo el país debería ser de todos.

Madrid es la ciudad más grande, más moderna, más rica culturalmente y más cosmopolita de España. Es lógico que sea así, puesto que es la capital. Es además una ciudad bellísima, amplia y limpia, majestuosa y poética, de avenidas arboladas y cielos siempre despejados. Pocos ven esta belleza de Madrid, y los que la ven no se atreven a hablar de ella. Muy pocos lo han hecho: Juan Benet en Otoño en Madrid hacia 1950, Juan Ramón Jiménez en La Colina de los Chopos?

No hay comentarios: