jueves, 20 de septiembre de 2007

Apocalipsis

Más piezas a completar. Jacques Derrida comienza así un importante texto suyo en forma de conferencia:
"

Hablaré pues, acerca de un tono apocalíptico en filosofía.

Los Setenta nos legaron una traducción de la palabra gala. Se la traduce como el Apocalipsis. En griego, apokalupsis traduciría palabras derivadas del verbo hebreo gala. Me refiero aquí, aun careciendo de autorización, a las indicaciones de André Chouraqui sobre las que volveré más adelante. Pero debo prevenirles desde ahora: los casos o los enigmas de traducción de los que me propongo hablar y en los que me embrollaré por razones aún más graves que mi incompetencia, creo que no tienen solución.

Ése será mi tema. Más que un tema, una tarea (Aufgabe des Übersetzers, acertada designación de Benjamin) que no podré llevar a cabo."

¿El título? De (sobre) un tono apocalíptico adoptado recientemente en filosofía.
Para este curso, y los que hacemos blogSmoj somos profesores de proyectos (y de más cosas), este puede ser nuestro lema. Y esto es parte de la memoria que ha de regir el trabajo (o no...):

“Apokalupto: yo descubro, yo desvelo, yo revelo”, traducción griega del término hebreo gala, descubrimiento, desvelamiento, el velo alzado sobre la cosa.

Contemplación de Yohanan, Apocalipsis de San Juan. No deja de ser curioso: el desvelamiento convertido en catástrofe (que se abatirá), en lo terrible y espantoso, en la devastación externa, pero también, aún, en lo misteriosos, lo enigmático, lo oscuro (ver rale). Doble camino, lo que se desvela y por lo tanto revela implica siempre el tiempo del porvenir: la devastación externa y el velo alzado sobre la cosa, ambos entonces sobre la misma cosa, implican un tiempo que no es el presente, sino siempre el porvenir. Ven: un ven que precede y llama al evento: “ven” es el lugar, aunque lugar no es sino una palabra aquí muy enigmática, de aquello que a la vez permite e impide el evento, el acontecimiento: lo radicalmente nuevo, la catástrofe de lo actual, el alzamiento del velo. Un origen sin origen más original. Yo vendré: la venida está siempre, por definición, por venir.

Si la referencia en el título a Derrida además de obvia no es casual (D’un ton apocaqliptique adopté naguére en philosophie), con una cadena textual que se remonta a Kant, no lo es tampoco su traslado a la arquitectura. Hay algo así como un tono, un aire soberbio y enceguecido que exhala la producción arquitectónica actual, a pesar de las advertencias, de los falsos anuncios también, a podrido: una manera más que un tono, un manierismo que no haces sino anunciar la muerte de la arquitectura.

Por tanto: explorar, mediante la arquitectura, las relaciones entre lo que se desvela, el misterio del desvelarse, la catástrofe que produce, la posibilidad del porvenir. Ello, evidentemente desde un pensamiento que es la arquitectura, desde el proyecto y sus herramientas que son su escritura. Y creemos es la arquitectura una forma privilegiada de pensar este término, apokalupto, puesto que nos permite pensar simultáneamente el tiempo y el espacio, y nos muestra, desde la ruina al proyecto, la juntura o el quicio fuera de lugar del tiempo por venir.

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