lunes, 17 de septiembre de 2007

En el fondo es la cuestión de la visibilidad la que se pone de manifiesto: una máquina hace ver, muestra lo que o no está visible o lo está de otar manera: la imagen plana 3d antes de ser un objeto o la ropa interior son visibles en sí, desde luego son dadas de una determinada manera, pero es la máquina, por tanto la técnica (sean los infrarrojos o la impresora dulce tridimensional) la que muestra una forma distinta de su visibilidad: las bragas puestas, la figura de azúcar.
Por otra parte se ponene en evidencia también otras cuestiones, como nuestra atávica necesidad de comer, de ingerir las cosas para conocerlas (desde el niño que se lleva a la boca el juguete a las antropofgias rituales o los duelos freudianos), o cómo la técnica, la techne como tal, suele producir tantas nuevas necesidades como aquellas que soluciona.
Respecto a la arquitectura, al menos en una lectura rápida, nos interesa tanto la posibilidad de construir casitas de chocolate que se derritan en nuestro paladar como la de ver a través de lo que oculta, visto que aquéllo que protege es a la vez lo que se nos muestra, lo que incita nuestra curiosidad, no necesariamente de pervertidos.

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