El martes pasado por la noche, a esos de las ocho y media, como seguro mañana domingo, de nuevo el milagro ocurrió. Esta vez poco a poco, y quizás menos tiempo... y sí, Chopin, desde luego: delicadísimo el Preludio 26, bellísimas las cuatro mazurcas, pero sobre todo, la polonesa Op. 53. Ese fue, para mí, el momento. Como siempre, la perfecta unión de una técnica descomunal, con una potencia, velocidad, seguridad como no se han visto, con un sonido siempre medido, delicado incluso dentro de la brutal fuerza, y sin embargo con una musicalidad que prima sobre cualquier alarde técnico: todos los planos se oyen, todos los matices, todas las melodías, todos los ritmos. Una construcción perfecta que sin embargo emociana más por el sentimineto que por su construcción. Lo dicho, perfecto. No hay más. Luego vinieron seis études de Debussy y la Sonata 2 de Boulez, espléndido. Es fácil iniciar una referncia arquitectónica, pues Pollini es hijo del arquitecto Gino Pollini, uno de los grandes arquitectos racionalista italianos, colaborador inseparable de Luigi Figini, muy conocidos por ejemplo por la Casa experimental en la Trienal de Milán de 1933. Pero eso aparte, hay mucho de buena arquitectura en el trabajo de Pollini (Maurizio) al teclado, especialmente creo la concepción espacial de la música, es decir, la capacidad de dar lugar, dejar espacio a cada inflexión de la composición y hacerlas audibles, es decir, ubicar cada sonido en su lugar en el espacio, estableciendo una gradación de planos sonoros (aunque más que planos serían superficies) que dotan de una consistencia, de un cuerpo a la música no de otra forma definible que como arquitectura.
Lo que sigue es una entrevista de hoy en El País (hay otra en ABC) a Pollini, que mañana, dentro del ciclo Beethoven del Real , vuelve a tocar (y algún amigo privilegiado lo escuchará: dichoso tú, Giulianno). JV
Chopin es pasional y posee una magia que atrapa
AURORA INTXAUSTI - Madrid - 19/04/2008Las comisuras de sus labios se resisten a desprenderse de esos cigarrillos rubios sin filtro que consume sin parar. El olor a café lleva directamente al pianista Maurizio Pollini (Milán, 1942) a encenderlos como si ambos estuviesen conectados por un hilo invisible. La timidez manifiesta de este gran maestro del piano queda de pronto eclipsada. El brillo de sus ojos se enciende al recordar la reciente elección de sus paisanos de Berlusconi como nuevo presidente de Italia o, por razones bien distintas, la pasión que siente por Beethoven, Chopin o Mozart.
Pollini ofrecerá mañana un concierto en el Teatro Real dentro del ciclo dedicado a Beethoven, y el próximo martes actuará en el Palau de la Música de Barcelona. No coincidirá, con todo, en el escenario con su gran amigo Claudio Abbado, que el 26 de abril dirigirá un concierto con la Mahler Chamber Orchestra. "Un concierto es un momento importante para un músico, porque en 15 minutos tienes que defender lo que has estudiado durante años y años. Es una gran responsabilidad y un momento verdaderamente mágico". El gran pianista italiano acaba de publicar un disco con la Filarmónica de Viena en el que se incluyen varios conciertos compuestos por Mozart en Viena entre 1782 y 1786.
Se siente cómodo en Madrid, y quizá ello le permite hablar con soltura de Berlusconi, el hombre que dirigirá de nuevo el destino de los italianos en los próximos años. No cree al dirigente de Forza Italia capaz de entender y sentir la música. "Me parece bastante difícil que alguien como él pueda acercarse a algún tipo de arte. Sólo sé que con él en el poder se han reducido de forma importante los presupuestos que el Estado destina a la cultura, y lo ha hecho de forma escandalosa y sin ningún tipo de remordimiento. El Gobierno italiano destina a la cultura de base menos que otros países de Europa, y me parece criminal hacer este tipo de cosas". Este músico, hombre de izquierdas confeso, dice estar "verdaderamente preocupado por lo que ha pasado en Italia", y lamenta profundamente el voto de sus conciudadanos. "No entiendo que se elija a alguien que se conoce tan bien. Y, si se miran en el espejo, deberían darse cuenta de que los resultados de esa decisión van a ser nefastos. No me puedo privar de decir que son bastante raros".
Se resiste a no ahondar en la figura de Berlusconi y definirlo como un personaje muy peligroso. "Lo que ha hecho anteriormente, porque ha tenido la oportunidad de demostrarlo, ha sido terrorífico. Su gobierno ha sido nefasto para la economía, para la cultura, para la lucha contra las organizaciones criminales. Él ha tenido momentos en los que ha mostrado un carácter de dictador, y yo lo repudio".
Chopin ha marcado la vida de este músico desde niño. Con 15 años, sorprendió su interpretación de este compositor en la Scala de Milán. ¿Sigue aprendiendo de él? "A cada momento. Es un compositor querido por todo el mundo. Es un gran comunicador, muy difícil y misterioso. Posee una magia que te atrapa casi sin darte cuenta". En su casa de Milán, el maestro dedica cerca de cinco horas durante seis meses a trabajar en los conciertos programados para el resto del año. "Trato de ser perfeccionista en mi trabajo. Si se quiere tocar a Chopin, se debe ser consciente de las dificultades que entrañan sus obras". ¿Cómo es la música de Chopin? "Absolutamente pasional. Es algo que descubres con el paso del tiempo y, además, siempre te aporta algo diferente. No me puedo considerar un especialista de Chopin, es una definición demasiado osada para mi persona, pero creo que le conozco bastante bien".
El estudio y el trabajo constante no le impiden reconocer los compositores que se le han resistido a lo largo de los años. "Todos son difíciles, pero a Ravel lo he tocado muy poco y eso me ha llevado a no conocer muy bien sus obras. Es muy complicado".
Dedica su vida al piano. Se le considera uno de los grandes genios del momento, por mucho que una palabra como ésa le provoque rubor. Confiesa con humildad que no siempre se llega al alma de algunas obras. "Se pueden tocar, leer, pero no siempre llegas al interior del creador. No creo que para mí las cosas sean sencillas. Necesitas trabajar durante muchas horas al día para que tus dedos y tu mente consigan atrapar la belleza de la obra. Y, a pesar de tanto esfuerzo, no siempre te resulta fácil lograr lo que deseas". Ayer mostró cierta desilusión por no poder coincidir con su gran amigo y colaborador musical Claudio Abbado en el Teatro Real. "Ha tenido la paciencia de tocar muchas veces conmigo y resulta formidable para un pianista".
1 comentario:
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