sábado, 1 de noviembre de 2008

la farmacia de platón : 4


4.
Comienza el juego: Theuth presenta la escritura como un fármacon a Thamus, rey de Egipto. Y la idea inicial que uno extrae es que, conocida la ambivalencia de la palabra que puede significar a la vez remedio o veneno (y que además se relaciona con la magia), la escritura se presenta inicialmente como remedio. En-seguida nos damos cuenta, sin embargo, que esto no es tan claro para Platón: como dice Derrida, “por una parte Platón tiende a presentar la escritura como un poder oculto y por consiguiente sospechoso” y aparece una primera referen-cia a la pintura y a la técnica de la mimesis ya conocidas como igualmente sos-pechosas (así como una a la cuestión de los hechiceros y de la mántica y por tanto a los poetas); por otra parte, “la réplica del rey supone que la eficacia del fármacon puede invertirse: agravar el mal en vez de remediarlo” (p.145). En esta dialéctica (si es que podemos llamarlo así en este contexto) se va a seguir moviendo el texto de Derrida. Pasaremos así revista a las relaciones con la mí-mesis, hablaremos también de los magos y hechiceros, y se seguirán nuevos hilos sobre esta trama en torno al agravamiento que produce el fármacon.
Es importante lo que apunta Derrida a continuación: hay una cierta as-tucia (metis) en la propuesta de Theuth, que intenta hacer pasar por remedio lo que es veneno, cierto intento de dejar en mejor lugar su invento: esto, que ine-vitablemente se pierde en la traducción, hace aflorar sin embargo una conocida técnica de escritura en Platón, que llama Derrida anagramática, y que pone en juego las posibles resonancias de la misma palabra en diferentes contextos, y que en última instancia habla en Platón de un cierto paso y de su interrupción entre valores contrarios: un necesario efecto de lo que llamamos platonismo, dice Derrida. Es decir, que resulta fundamental este estudio de aquello que rompe con una “lógica intolerante al paso entre dos sentidos contrarios,” y que es propiamente el fármacon pues si, como dice Derrida, “se confirma nuestra lectura” este fármacon desborda una simple dialéctica o alternancia de los con-trarios (y se podría emparentar por ejemplo con el estudio en el Sofista del paso entre ser y no ser).

josé vela castillo

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