martes, 1 de enero de 2008

¡Feliz 2008!

Dicen que el día más corto anda por ahí rondando el solsticio de invierno en el hemisferio Norte. No sé yo. Casi estaría por asegurar que para la mayoría de los denominados “occidentales” el día más corto del año es el día de Año Nuevo. Día fecundo en resacones y tacaño en madrugones. Día corto tras la larga noche anterior, noche de celebración, noche de fiesta para casi todos. Reconozco mi culpa, así que voy a intentar sacar fuerzas para de entre la francamente niebla espesa que invade mi mente, probablemente empachada de química alcohólica por los efluvios de los líquidos elementos ingeridos la noche anterior, sumados a la falta de sueño, poder sacar algo inteligible. Al menos tengo algo claro, sueño. Sueño y su falta. Un sueño no deja de ser un proyecto. Un sueño que a fuerza de visitarlo se hace realidad. Casi como se visita un libro. Uno se prepara, se pone cómodo, se predispone, se pre-dispone, se dispone previamente, se prepara para el comienzo, para un cierto arranque, para un cierto cruce, para un cierto atravesamiento, un traspaso, el traspaso de un umbral, la vuelta de una portada, de unas páginas, el anticipo a cuenta de una historia, de un desarrollo, de un posible final o de un to be continued. Todo ello no deja de ser un proceso, configurar un proceso, y en su configuración, un sedimento, una huella, las huellas del grafito sobre el papel desnudo, las huellas que impregnan de imágenes la lectura de unas letras sobre un texto que empapan el imaginario, que lo impresionan. Un umbral, una huella, un proceso: un camino, dirá Heidegger, una investigación, un weg. Palabras todas ellas sugerentes. Umbral como apertura, como entre, como tránsito, al que hay que estar pre-dispuesto. Huella como borradura de algo que fue y se desdibuja, como esqueleto en la ruina, casi entonces como esencia. Proceso que incita un camino, un recorrer, un enfrentarse a lo desconocido, un experimentar, un jugar con el peligro de lo que tenemos en frente, ex-peri-mentar, un “a través del peligro padecer la experiencia”, enfrentarnos a ella, ponernos frente al abismo, puesta en abismo dirán los filósofos. Y para ello cada uno elige su equipaje. Encontré en un libro una estrategia que os la presto. Dice Neumeyer que dice Mies van der Rohe que “orden” significa, hace alusión, se corresponde con dar sentido a las cosas. «D a r s e n t i d o a l a s c o s a s». ¡Guau vaya rayada!. Rayada de rayo o rallada de ralladura as vous voulez. Un proyecto, un libro, un dar sentido a algo. Un concepto, una idea que da sentido al proyecto, que lo ordena. Uno debe encontrar ese concepto, esa idea guía, que nos guía y que a su vez guía nuestro proyecto, nuestro proyectarnos a través de un proceso que busca un proyecto, ese sueño que a fuerza de visitarlo lo hacemos realidad, me repito. Uno debe encontrar un programa, programa que dé sentido a una satisfacción de necesidades en nuestro proyecto, un programa que ordene nuestro proyecto. En la medida en que uno ordena, uno ha logrado dar sentido a las cosas; en la medida en que uno da sentido al proyecto, uno participa del orden, o más bien, el proyecto de uno participa del orden. Dar sentido a través de una idea, de un sueño de un lugar, de un topos; dar sentido a través de un programa. Ese es el reto que cada uno debería ya haber asumido. Su propia aventura en torno al dar sentido. Todo esto no deja de dar sentido a su vez al des-velamiento apocalíptico que bautiza nuestro curso. Damos sentido, desvelamos, ordenamos. A través de nuestras búsquedas, de nuestras visitas, de nuestras predisposiciones a la página en blanco, al libro por iniciar, a la puerta que se entreabre delante de nuestras narices. Puerta que es umbral, umbral como tránsito porque hay que atravesarlo, recorrerlo. Umbral ritual, threshold dicen los británicos con mucha solemnidad. No por nada los juegos troyanos de los antiguos griegos, no por nada el laberinto, la prueba de acceso, el enfrentamiento a la prueba, experimentación, la predisposición a la toma de decisiones, la estrategia. Tantas cosas frente a una puerta entreabierta. Un proyecto, un libro, un año, puertas entreabiertas, umbrales por recorrer. Espero y deseo que cada cual encuentre su camino, su puerta entreabierta, su umbral y que se atreva a recorrerlo y por supuesto a disfrutar de la visita. Feliz Año a todos. MO

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