viernes, 1 de febrero de 2008

Fernando Higueras


También ha muerto Fernando Higueras. Algo en común, creo, tenía con Paco Vidarte: la rabia de la expresión, la ira contra la mediocridad, la fuerza de la vida, las ganas de experimentarlo todo hasta el final... y aún más allá. Él ha muerto mayor: no es consuelo. A Higueras lo he visto varias veces, ya mayor, en conferencias y charlas, siempre espectaculares: iconoclastas es lo mínimo que puede decirse. Pero para mi el recuerdo es el de su obra, Higueras son Higueras, múltiples. Tuve la suerte de pasar mis años de colegio en un edificio suyo, maravilloso, siempre nuevo, siempre capaz de dejarse vivir de forma distinta, de los 5 a los 17 años. No es que me hiciese arquitecto por ello... o sí, no lo se. Pero la asociación de libertad e infancia que el edificio no solo permitía sino que creaba, para bien (o mal) tiene mucho que ver con lo que soy. Y hubiera sido de otra manera sin la silueta de la torre, sin el hormigón duro y amable de sus trenzados pilares, sin las terrazas y barandillas por las que descolgarse, sin la silueta abierta, sin vallas, acogedora y, a la vez, tentadora, babilónica, de colgantes enredaderas y patios tentadores... Una arquitectura necesaria, de un tiempo que no volverá. JV.

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